domingo, 7 de julio de 2019

CONSECUENCIA DE UNA MIGRACION



La emigración es tan antigua como la misma humanidad. Los fenómenos migratorios han acompañado siempre el desarrollo de nuestras sociedades en mayor o menor medida, sobre todo en momentos de crisis económica. Tomar la decisión de hacer las maletas y buscar nuevas oportunidades es una de las decisiones de mayor profundidad psicológica que podemos tomar en nuestra vida.
Un emigrante, altera su sistema de vida, un elemento fundamental, por consiguiente, causa ruptura o discontinuidad en la unidad familiar, la cual resulta crítica para una persona; por lo cual las personas jóvenes por ejemplo vienen a vivir con otros familiares que desconocen sus costumbres en el ambiente previo y que insisten en que se comporten conforme a las normas del ambiente receptor, mas aun los familiares no necesariamente entienden el modo en que se expresan los recién llegados, muchos migrantes no entienden sus dificultades cuando a todos, maestros y estudiantes, amigos y extraños, mayores de edad e iguales los llaman por igual, otros de los factores que se encuentran, que no va a llevar una vida como la que llevaba en su país, como estar en la calle hasta altas horas de la noche, vicios, etc.
En este sentido, la migración altera el estilo de vida de una persona, de modo tal que sus relaciones interpersonales y familiares, sentido de identidad y percepción del ambiente físico-socia-cultural se entienden en formas diferentes; los cambios sufridos a raíz de una mudanza pueden ser variados e impactar de distintas maneras y en diferentes grados de magnitud a las personas envueltas; para algunos migrantes es una experiencia negativa, para otros la única esperanza estriba en regresar lo antes posible a su previo ambiente.
El estudio de los procesos migratorios desde una perspectiva socio-psicológica resulta imprescindible para comprender la complejidad y dimensión que tiene para cualquier persona abandonar su país, su cultura, su modo de vida, sus amigos, su familia y todo lo que fue significativo para ésta.
 Entender la compleja trama de emociones y sentimientos que se movilizan durante dicho proceso tiene un valor esencial para poder saber cuáles son aquellos mecanismos necesarios que requieren las personas inmigrantes para ajustarse a la nueva sociedad. Pero no sólo adaptarse, sino también volver a crear nuevos sentimientos de pertenencia, amigos, etc.; en definitiva, volver a sentirse feliz como lo era en su país de origen.
Para un inmigrante, es una situación de alto estrés prolongado puede tener efectos muy negativos para la salud. El sentimiento de pérdida de identidad se acentúa, el miedo al fracaso y la ansiedad nos pueden paralizar y llevarnos a la depresión. Las expectativas que nos hicieron tomar el camino de emigrar se ven cada vez más lejanas y nos aislamos de las personas de nuestro entorno, haciendo cada vez más difícil que nos integremos a nuestra nueva sociedad.
Cuando una persona llega a un país nuevo tiene que intentar adaptarse rápidamente, en la mente está la idea de que debemos encontrarnos en mejor situación de la que estábamos en nuestro país de forma rápida, es precisamente esa búsqueda de un futuro mejor la que nos ha movido a emigrar en primer lugar, así que cuando las cosas no ocurren al ritmo que teníamos en nuestra cabeza y nos encontramos con contratiempos inesperados el estrés nos golpea.
Entendemos que abandonar el país no siempre se traduce en mejor calidad de vida, como muchos creen, pues hay que pasar por periodos de adaptación previos para recuperar parte del estilo de vida que se tenía en el lugar de origen, el cual en muchos casos es idealizado; emigrar implica un tipo particular de pérdida, y como toda pérdida tarde o temprano se desarrollará un proceso de duelo.
Al mudarse la persona se ve expuesta a múltiples cambios en su vida, y como sabemos todo cambio genera estrés, eso puede afectar nuestra psique. El cambio cultural, la nostalgia, la soledad, la falta de identificación social, la ansiedad y el estrés debilitan nuestro sistema inmunológico. No todas las personas que emigran cuentan con apoyo familiar en el país receptor, no tienen un plan certero sobre qué o cuándo comenzaran a realizar lo que desean, lo que no ayuda a adaptarse fácilmente al nuevo ambiente.
Un emigrante, crea choques culturales, hace comparaciones con su trabajo en el país que abandonó, con su lugar de estudio, con su comida y hábitos, por ejemplo, el emigrante escoges lugares, donde pueden adaptarse de acuerdo a los valores, costumbres, idiomas y religión con la sociedad o país receptor.
Las necesidades más importantes que desde el punto de vista socio-emocional no se pueden resolver únicamente con un trabajo o una residencia estable, son aquellas que están relacionadas con el bienestar y la salud mental. Es por ello que algunas de estas necesidades, aún no suficientemente cubiertas, requieren ser atendidas por el servicio de salud mental para la población inmigrante.
Emigrar no es una decisión sencilla, y como toda decisión requiere de mucha madurez; sin embargo, los tiempos por lo que atraviesa nuestro país ha obligado a muchas personas a irse de manera apresurada. Es necesario entender los riesgos que esto implica, conocer los aspectos que puedan disminuir el riesgo de acarrearte problemas emocionales.

El estrés térmico


Estimados lectores, quienes siguen día a día sobre los temas, en esta ocasión, vamos a conversar sobre el estrés térmico, un factor importante, por los cambios de clima que enfrenta el mundo, y es una sensación de malestar que se experimenta cuando la permanencia en un ambiente determinado exige esfuerzos desmesurados a los mecanismos de que dispone el organismo para mantener la temperatura interna, mientras se efectúa el intercambio de agua y demás sustancias del cuerpo.
El calor es un riesgo para la seguridad y la salud en el trabajo, en líneas generales, el estrés térmico tiene lugar cuando las temperaturas son superiores a 35 °C y se dan condiciones de humedad elevada; el calor excesivo en el trabajo crea riesgos profesionales para la salud; restringe las funciones y las capacidades físicas del trabajador, así como su capacidad y productividad laboral. El agotamiento por calor sucede cuando la temperatura del cuerpo supera los 39 °C y va asociado a una reducción de la productividad, una mayor propensión a cometer errores en la actividad laboral y un aumento del riesgo de lesiones por accidentes en el lugar de trabajo.
La exposición a niveles de calor excesivo puede propiciar una hipertermia, e incluso en ocasiones conducir a un desenlace fatal. Afecta a los trabajadores de todos los sectores, pero algunas profesiones padecen mayores riesgos porque entrañan más esfuerzos físicos y/o se desarrollan en el exterior. Por regla general, estas actividades se dan en los ámbitos de la agricultura, bienes y servicios medioambientales (gestión de recursos naturales), la construcción, la recolección de residuos, los trabajos de reparación de urgencia, el transporte, el turismo y los deportes.
En cuanto a los obreros que trabajan en el interior de fábricas y talleres corren riesgos también si los niveles de temperatura no se regulan adecuadamente. Con niveles de temperatura elevada que inducen fatiga psíquica, puede resultar difícil incluso realizar tareas simples de oficina o de escritorio.
Los efectos del aumento de temperaturas se manifiestan de muy distinta manera según la profesión y el sector. Por ejemplo, los trabajos que entrañan esfuerzos físicos intensos o actividades realizadas a la intemperie durante un tiempo prolongado están especialmente expuestos a los crecientes niveles de calor. Es probable que los trabajadores de la agricultura y la construcción sean los más perjudicados. En 1995, el sector agrícola registró por sí solo el 83 por ciento de las horas de trabajo perdidas a nivel mundial debido al estrés térmico y se prevé que será del 60 por ciento en 2030. Si la temperatura no cesa de aumentar, algunas zonas agrícolas dejarán de ser productivas y muchos trabajadores se verán desplazados a otros sectores. Aunque el sector de la construcción solo representaba el 6 por ciento del total de horas de trabajo perdidas por estrés térmico en 1995, cabe suponer que este porcentaje aumentará hasta un 19 por ciento en 2030. Resulta llamativo que la mayoría de las horas de trabajo perdidas a causa del calentamiento global en América del Norte, Europa Occidental, Europa Septentrional y Europa Meridional, y en los Estados Árabes se concentren en el sector de la construcción habrá que realizar esfuerzos para mejorar la capacidad de adaptación de los trabajadores al aumento de las temperaturas.
La OIT, considera que los gobiernos son determinantes para crear un entorno normativo e institucional que facilite el cambio de comportamiento en el lugar de trabajo, no es menos crucial el papel que desempeñan las organizaciones de empleadores y de trabajadores a la hora de la aplicación efectiva de las medidas de adaptación. Además de la aplicación de la normativa sobre seguridad y salud en el trabajo, es preciso mejorar los sistemas de alerta temprana cuando se den fenómenos de calor extremo y asegurarse de que la protección social cubra a la totalidad de la población. Las normas internacionales del trabajo, como el Convenio sobre seguridad y salud de los trabajadores, 1981 (núm. 155), pueden contribuir a orientar a los gobiernos cuando estos elaboren políticas adaptadas a nivel nacional con objeto de minimizar los riesgos asociados al estrés térmico.
Los gobiernos deben colaborar con las organizaciones de trabajadores y de empleadores a través del diálogo social con el fin de diseñar, aplicar y dar seguimiento a las políticas de atenuación de efectos y adaptación a los mismos, como se recomendó en las Directrices de política para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos (OIT, 2015). El diálogo social desempeña un papel crucial en el fomento de las políticas nacionales, en particular de las políticas sobre seguridad y salud en el trabajo. Con la ayuda de las herramientas de diálogo social, como los convenios colectivos, los empleadores y los trabajadores pueden concebir e implementar políticas para hacer frente al estrés térmico que se ajusten a la medida de las necesidades y realidades específicas de su lugar de trabajo.